Tras el éxito rotundo tanto de asistencia como de contenido del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, celebrado en la catedral de Sevilla desde el día 4 de diciembre; la Procesión Magna que clausuraba el mismo, mostró a sevillanos y a foráneos, precisamente eso, qué es para esta parte de España la piedad del pueblo y su forma de entender la religión.
Con la presencia de monseñor José Ángel Saiz Meneses arzobispo de Sevilla, monseñor Bernardito Auza nuncio del papa en España, Juanma Moreno presidente de la Junta de Andalucía, José Luis Sanz alcalde de Sevilla y Francisco Vélez presidente del Consejo, en la presidencia civil y religiosa; ante la Virgen de los Reyes en el altar efímero montado ante la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza, comenzaron a pasar con una puntualidad casi «británica» los diferentes paso que participaron en la procesión.
Finalizaba el recorrido oficial al final del paseo de Colón tras rendir pleitesía a la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla y su archidiócesis; siendo el primero en pasar ante Ella el Gran Poder, el Señor de Sevilla, sembrado el silencio a su paso, contrastando con la música y la algarabía que rodeó en todo momento a las restantes Imágenes.
Tras el Gran Poder, los pasos de las tres imágenes venidas de fuera y acompañadas constantemente por el fervor de sus pueblos. En primer lugar la Virgen de Setefilla, que mostro a los asistentes como la religiosidad popular también se entiende de diferentes maneras, según el lugar de donde se proceda, tanto en la forma de ser portada la Virgen durante el recorrido oficial, como tras la finalización de éste, cuando se contemplaron estampas a las que no está acostumbrado el público en general, pero que es idiosincrasia propia de Lora del Río. Tras Ella la Virgen de Valme, protectora de Dos Hermanas y la Virgen de Consolación patrona de Utrera.
Llegó uno de los momentos más esperado por los sevillanos, el tránsito de las tres Imágenes de Pasión que aún tenían que pasar ante la presidencia. En primer lugar el Santísimo Cristo de la Expiración, el Cachorro, obra cumbre del barroco sevillano, que durante su estancia en la catedral ha compartido lugar con la otra gran devoción de Triana, la Esperanza.
Precisamente sería la hermandad de la Esperanza la que también dejaría claro ante las autoridades que sus formas son diferentes. Sus flores, la vestimenta de la Virgen, y la grandeza de Triana en el andar de su paso, incluso haciéndolo para atrás, siendo el único que se subió al altar sito ante la Maestranza.
Y por último Ella, la Esperanza Macarena, la Reina de Sevilla que con sus formas clásicas en todo lo que a estética se refiere, sería quien habría de cerrar no solo la Magna que clausuraba el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular; sino que también cerraría las procesiones que se desarrollaron en Sevilla durante casi 40 horas, al entrar en su basílica a las 5:30 horas.
Toda una serie de momentos históricos que gracias a Dios y a la labor de las instituciones, encabezadas por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla que han realizado un denodado esfuerzo en materia de seguridad, no se ha producido ningún incidente digno de reseñar; no en vano se estima que la afluencia de visitantes ha estado en torno al millón y medio, a sumar a la propia población de Sevilla.