El pasado fin de semana se celebraron los actos finales del tercer centenario de la llegada de la hermandad de la Amargura a San Juan de la Palma en Sevilla. El viernes la Virgen fue llevada en Vía Lucias hasta el convento de las hermanas de Sana Ángela de la Cruz donde se quedo hasta la mañana siguiente que salió hasta San Pedro donde se llevó a cabo un Pontifical par ya por la tarde, sin su palio, salir en procesión de regreso a su sede canónica.
Al día siguiente estuvo expuesta en besamanos y para la ocasión lució el manto que le bordara Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1905 y que actualmente es propiedad de la hermandad jerezana de los Judíos de San Mateo.

El manto formaba parte del conjunto que Rodríguez Ojeda bordó a principio del siglo XX y que supuso una ruptura con los conceptos tradicionales ya que fue el primer palio bordado en el llamado, desde entonces, estilo sevillano en lugar de los hasta entonces clásicos de cajón.
No es la primera vez que se cede, ya que anteriormente estuvo en Sevilla en una exposición organizada en 2109 con motivo del centenario de la marcha Amarguras.

El manto fue adquirido junto con el conjunto de bordados del palio por la hermandad jerezana en el año 1926, que perdió su concepción original tras incorrectas intervenciones realizadas a mediados del siglo pasado que alteraron el diseño así como las medidas originales y su perímetro. Todo ello unido al precario estado de conservación de los bordados llevaron a la hermandad a acometer una restauración en la que se abordada también la recuperación del diseño original. La restauración, obra del taller de José Ramón Paleteiro de Sevilla, consistió en la recuperación del diseño basándose en fotografías antiguas.
Es uno de los primeros en el que se incorpora un elemento básico en la obra de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, como es el eje simétrico, el candelero, y que se trata, en síntesis, de un eje central que va desde el centro de la embocadura del manto hasta la parte central de la cola. Hay un candelero desde el que va partiendo toda la vegetación, todos los elementos a bordar, y que sirve también como espejo, siendo el candelero el que marca la simetría: del centro a la izquierda será el mismo bordado que del centro a la derecha. En él se aprecian las nuevas aportaciones del artista como son los caracolillos, zarcillos, rosas de pasión y otra gran lista de elementos para enriquecer los pasos de palio. Es en de definitiva de composición longitudinal, y, de cestillos, ánforas y macollas; surgen enormes hojas de acanto muy voluminosas, con múltiples brotes que se desparraman hacia ambos bordes del manto y lo llenan todo.
El coste que pagó la Amargura fue de diecisiete mil pesetas y posteriormente lo vendió a la Hermandad del Desconsuelo en 1926 por diecinueve mil quinientas pesetas pagadas en varios plazos.