La Virgen de la Esperanza de Málaga ha vuelto a su ciudad tras los días que ha estado en Roma, donde participó en la Gran Procesión que cerró el Jubileo de las Cofradías junto al Cachorro de Sevilla y tras habernos dejado para el recuerdo imágenes inolvidables, como las que se pudieron contemplar en el Coliseo o en las inmediaciones del Circo Máximo.
La Bendita Imagen cundo llegó a la capital de la Costa del Sol no fue directamente a su Basílica, sino que lo hizo a la catedral malagueña, siendo esta la segunda vez que entraba allí, la primera fue para su Coronación Canónica, ya que por las dimensiones de su trono no puede acceder al primer templo de la diócesis.

Tras haber estado en ceremonia de besamanos, esta vez tal y como mandan los cánones cofrades andaluces y no las estrictas normas vaticanas, la Santísima Virgen lució con el esplendor que en Ella es habitual rodeada por flores y ceras que aumentaban aún más, si cabe, Su Majestad. Las colas para venerar a la Esperanza se extendieron durante los días y a lo largo de las naves catedralicias, mientras estuvo expuesta y nunca faltaron fieles que visitarla.
Por último, el sábado y sobre el trono de María Auxiliadora, cedido para la ocasión a la hermandad del Perchel, la Virgen, a diferencia de en Roma, pudo ir acompañada por el ya tradicional romero que alfombra su paso por unas calles que estuvieron engalanadas para la ocasión y que mostraron estampas únicas en un trono mucho más pequeño que el suyo; siendo también la música protagonista en diferentes momentos del recorrido, como cuando cantaron verdiales ante la Virgen, o como cuando se interpretó el Ave María de Caccini o cuando los piteros de la hermandad del Rocío de Málaga tocaron ante la Esperanza, quien en olor de multitudes por todas las calles donde transitó, volvía a su casa tras haber sido la Reina de Roma mientras estuvo en el epicentro del orbe católico.