El pasado sábado la hermandad de la Redención de Sevilla vivió, la que posiblemente sea la jornada más importante de su corta historia, la cofradía del Beso de Judas cuenta solo con setenta años de vida; al ser coronada canónicamente la Virgen del Rocío, titular mariana de la cofradía del Lunes Santo.
Debido a la restauración que se está efectuando sobre el Altar del Jubileo, la Santísima Virgen fue coronada por el arzobispo de Sevilla monseñor Saiz Meneses, con la corona realizada por Jesús Domínguez y diseñada por Pepe Delgado, en el trascoro de la Catedral de Santa María de la Sede, lugar no habitual para estos actos, pero que curiosamente fue donde recibieron la presea, Dolorosas tan populares en Sevilla como la Amargura o la Macarena.

La hermandad se afanó en que el altar, montado y adornado floralmente con un gusto exquisito, contara con un apostolado formado por imágenes del propio paso de misterio del Beso de Judas, del de san Gonzalo, de los Panaderos y de San Esteban, que con tallas de Castillo Lastrucci, representaron junto a la Virgen, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, todo por la advocación de Rocío que denomina a la Dolorosa y su vinculación con la hermandad Matriz de Almonte.

A partir de las ocho de la tarde, una procesión multitudinaria llevó de vuelta a la Virgen, ya coronada a su sede de Santiago. Debido a la vinculación con la Patrona de Almonte, la Virgen del Rocío sevillana fue acompañada por piteros y tamborileros en el tramo que comprendió entre la iglesia del Salvador y el ayuntamiento de la capital andaluza, donde le esperaron las autoridades y donde la Virgen fue recibida con una autentica luvia de pétalos.
El cortejo estuvo conformado por más de cien guiones corporativos, incluidos los de todas las hermandades rocieras filiales de Sevilla y de la provincia, en una avenida de la Constitución repleta de publicó, tanto sevillanos como turistas. A lo largo del recorrido los momentos rocieros se fueron sucediendo, como cuando el coro de la hermandad del Rocío de Sevilla, cantó su celebre salve o en la calle Orfila, donde Los del Guadalquivir cantaron diversas composiciones dedicadas a la Virgen del Rocío. No faltaron ni los cohetes ni las bengalas verdes, recordando a Rosarios en la aldea almonteña, que acompañaron a la Dolorosa coronada esa misma mañana, hasta que llegó a Santiago a las cinco de la madrugada.