Casi a las once de la mañana se ponía en la calle la custodia de plata de Arfe acompañada de una pequeña y agradable brisa que luego tornaría en un calor sofocante, incluso llovió algo alrededor de las siete de la mañana, poniendo el colofón a una extensa procesión que empezaba a salir de la catedral a las ocho y cuarto, cortejo que tarda en pasar casi cinco horas, convirtiendo en una autentica heroicidad su presencia a pleno sol.
El mismo estuvo formado por más de cinco mil personas, la mayoría en representación de hermandades y diferentes corporaciones religiosas, que como siempre fue abierto por los carráncanos a los que siguieron los ocho pasos que procesionaron acompañando al de la Custodia, por este orden, el de Santa Ángela de la Cruz, Santas Justa y Rufina, San Isidoro, San Leandro, San Fernando, la Inmaculada Concepción, el Niño Jesús y la llamada «custodia chica» que cobija la reliquia de la Santa Espina.

Como es habitual y además de las citadas representaciones de las hermandades de la ciudad, el Santísimo Sacramento fue acompañado por diferentes asociaciones y autoridades militares y civiles, y la custodia labrada por Arfe con Su Divina Majestad fue seguida por el arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses; y los obispos auxiliares de la archidiócesis de Sevilla, Valdivia y León, tras quienes fueron en comitiva las corporaciones municipal y provincial bajo mazas y una Compañía de Honores del Ejército que desfiló ante el Cuerpo de Cristo antes de entrar en la catedral.
Una de las novedades de este año ha sido la vuelta de los costaleros al paso de la custodia tras el estreno de la nueva parihuela realizada en pino de Flandes por Enrique Gonzálvez en Los Palacios, siendo adaptados los antiguos faldones a la parihuela por Francisco Carrara; no saliendo por costaleros desde 1927, año en el que fueron prohibidos por el cardenal Ilundaín, alegando para ello que el comportamiento debajo del paso no era ni decoroso ni respetuoso para la Sagrada Forma que iba en la custodia.

El encargado de sacar el paso ha sido Eduardo Bejarano, heredero de la saga del mismo apellido, y que actualmente es el capataz de la patrona de la archidiócesis la Virgen de los Reyes. Destacó su labor en el andar constante y largo que mantuvo el paso, que por cierto no fue en absoluto el causante del retraso de la recogida de la procesión, que se produjo pasada la una de la tarde, media hora más tarde de lo previsto.
Quedará como anecdótico el incidente del paso de la Cena, que en la calle Francos rompió un farol al chocar contra un balcón, misterio que curiosamente no volvió a los Terceros como habitualmente lo hace tras recogerse el Corpus, sino que lo hizo pasadas las nueve de la noche para intentar evitar el sofocante calor que recorrió en la jornada de ayer la ciudad de Sevilla.